“La prensa da voz a quien no tiene nada que decir, publica con demasiada frecuencia noticias (por llamarlas de algún modo) sin cotejar y prioriza de acuerdo a intereses que van más allá de nuestro derecho a estar informadas, informados”.
Así se expresa la escritora Lolita Bosch -activista cultural contra la violencia y la exclusión- en su artículo El hartazgo, la vergüenza y la prensa publicado en “eldiario.es”.
Y continúa: ¿En qué momento vamos a exigir un mea culpa por exaltar las estupideces y pormenorizar aspectos, acciones y datos importantes que incumben a toda la ciudadanía?¿Y esta impunidad? ¿En qué momento vamos a exigir un mea culpa por exaltar las estupideces y pormenorizar aspectos, acciones y datos importantes que incumben a toda la ciudadanía? ¿por defraudarnos una vez y otra? ¿por provocarnos este cansancio y esta desesperanza? ¿Nunca la vamos a hacer responsable? Lo es.
La falta de responsabilidad y ética social que se ha apoderado de muchas redacciones (por seguir llamándolas de algún modo) es espeluznante. Su libertad para decir una sandez tras otra y exaltarla, no es equiparable a nuestros derechos de manifestación, expresión, reunión e incluso opinión. Los derechos de la prensa y los maquiavélicos poderes que las alimentan están tan alejados de los nuestros como los de la monarquía o la élite política. ¿Imaginan? ¿Imaginan que nosotras y nosotros pudiéramos decir lo que nos viniera en gana, acusar a quien sea, destacar hechos ignominiosos y privados, hacer burla constante o, peor ensalzar a quien no tiene nada que aportar, nada que decir y es portavoz de conductas execrables y punibles?”.
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